viernes, 20 de febrero de 2009

No, si, si, no

No señor. He de darle la razón. Ni la vejez es sinónimo de sabiduría, ni la juventud sinónimo de pasotismo. Permitame empero decirle que, la experiencia siempre supuso un grado. Claro está que hay muchos jóvenes que por sus circunstancias (adversas mayormente) resultan extremadamente buenos conocedores de la vida. A esos los encontramos por desgracia en los países más pobres.
Si señor, de nuevo he de asentir. No nos podemos remitir a la juventud o a la vejez como si fuesen todos. Claro que no. Pérdoneme, hablo en general.
No señor. No se debe generalizar. Es sólo un modo de hablar.
Por supuesto señor. Hay que evitarlo. Le presento mis excusas más sinceras.
Si señor, espero haberlo entendido y no, no señor, no volveré a las andadas.
Lo comprendo, señor. Me cuesta más de lo que creía. La esperanza es lo último que se pierde.
Es verdad, señor. No valen los peros. Es de absoluta necesidad separar el grano de la paja.
Si, señor. La gente valiosa está por doquier y tengo que abrir la mente y el corazón para distinguir con nitidez lo que usted me aconseja.
No, señor. Admito su asesoramiento aunque usted manifieste que es una sugerencia. Le quedo muy agradecido, señor.
Pues claro, señor. La diversidad es inabarcable. Es cierto señor, la mirada debe ir acompañada de comprensión.
Si, señor. Nada de juicios, ni prematuros ni de ningún modo. Se expresa usted con mucha claridad señor.
Gracias una vez más señor. Espero no volver a olvidarlo jamás.
El placer ha sido enteramente mío, señor.

miércoles, 18 de febrero de 2009

El Batiburrillo

Ya ha ocurrido otras veces. Mente plana. Sentimientos casi cero. Y digo casi porque hay en lo más hondo del ser un algo molesto. ¿Cómo puede ser alguien feliz en un estado plano? Yo desde luego, no. Algo falta. La fluidez en el pensamiento es cero. Nada hay parecido a una idea. ¡Qué estúpida sensación!. Acostumbrada a la desmesura, la calma chicha no es hermosa. Nada que ver con esa calma interna que parece ocupar cada rendija. Esa que parece instalada en la armonía. También la conozco, y muy bien. Por eso no me gusta este estado de abulia. Ni siquiera la muerte se semeja a este, llámemosle, estar. No no he muerto nunca, jajaja, pero casi. Y me embargó una paz sin parangón. Y si, vi la luz que yo no sabía que se veía. Y la vi y supe, y lo dije, o fue el chute que me largaron. Pero lo dije: . Estaba más ancha que pancha. Le perdí por seculan seculorum el miedo a la parca. (A la forma ni de broma, eh). No me da igual morir de una forma que de otra. Como cada uno me apunto al viaje sin retorno sin violencia ni dolor.
Menudo tema.
Y ahora despiertan los sentidos.
Curioso, como siempre el ser humano.
Pues no me estoy espabilando con esto del adiós definitivo. ¡Uf! Prefiero esto a esa apatía amorfa que me ocupaba.
¿Mitomanía? Puede ser. Bendita sea. Cualquier cosa que no ser ni estar en modo alguno.
Alegría, alegría, me encuentro, existo, cabilo,soy algo, pequeño, diminuto, pero algo.
He vuelto a la vida.
A los hados, gracias.