miércoles, 18 de febrero de 2009

El Batiburrillo

Ya ha ocurrido otras veces. Mente plana. Sentimientos casi cero. Y digo casi porque hay en lo más hondo del ser un algo molesto. ¿Cómo puede ser alguien feliz en un estado plano? Yo desde luego, no. Algo falta. La fluidez en el pensamiento es cero. Nada hay parecido a una idea. ¡Qué estúpida sensación!. Acostumbrada a la desmesura, la calma chicha no es hermosa. Nada que ver con esa calma interna que parece ocupar cada rendija. Esa que parece instalada en la armonía. También la conozco, y muy bien. Por eso no me gusta este estado de abulia. Ni siquiera la muerte se semeja a este, llámemosle, estar. No no he muerto nunca, jajaja, pero casi. Y me embargó una paz sin parangón. Y si, vi la luz que yo no sabía que se veía. Y la vi y supe, y lo dije, o fue el chute que me largaron. Pero lo dije: . Estaba más ancha que pancha. Le perdí por seculan seculorum el miedo a la parca. (A la forma ni de broma, eh). No me da igual morir de una forma que de otra. Como cada uno me apunto al viaje sin retorno sin violencia ni dolor.
Menudo tema.
Y ahora despiertan los sentidos.
Curioso, como siempre el ser humano.
Pues no me estoy espabilando con esto del adiós definitivo. ¡Uf! Prefiero esto a esa apatía amorfa que me ocupaba.
¿Mitomanía? Puede ser. Bendita sea. Cualquier cosa que no ser ni estar en modo alguno.
Alegría, alegría, me encuentro, existo, cabilo,soy algo, pequeño, diminuto, pero algo.
He vuelto a la vida.
A los hados, gracias.

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