viernes, 26 de junio de 2009

Mis piernas están pesadas. LLenas de la vigilia sostenida ésta noche pasada.

Quizás el peso del sueño se esté ahora apoderando de ellas.

Quizás el sueño quiera recobrar el tiempo perdido y empiece desde abajo a hablar, a reclamar
lo que le pertenece: sus horas.

El cuerpo se niega a ésta absurda manifestación.
Soy yo el dueño de "mi tiempo" y lo empleo a mi gusto.

Ellas son tan frágiles, mis piernas. Que no omiten la exigencia.

¿Quién ganará la pugna?

martes, 23 de junio de 2009

lo que quiero decir...

y las ocasiones son raras.

Pero hoy se nos dió la oportunidad, y la empleamos por un tiempo inabarcable de fruta madre.

Tú, gallego y de derechas, yo sin patria y ácrata. Descreída y soñadora. ¿Cómo que no cuaja, verdad?
No concibo el entendimiento desde un prisma. Ni tú tampoco, Marcos. De hecho podemos llegar a entendernos sin que medie palabra alguna.
Me gusta hablar,oh sí. Pero el silencio cómplice como hablamos hoy. Es, algo extraordinariamente inmenso.

Más allá de la comunicación establecida el silencio es la comprensión.

La apatía, el sueño que no llegaba, el dolor de la desgana había ocupado tanto espacio que, cuando dijiste que lo que vivías era lo mismo que te iba desgranando de mi propio estado se hizo el entendimiento de modo inequívoco.

Tu miedo de origen diverso al mío. Pero al fin y al cabo miedo. Y, quién dice que fuesen distintos.
Uno supone: por pautas que le atenazan sin conocimiento.
El miedo nace de entrada. Al salir de la barriga. Luego lo acrecentan, o lo vamos haciendo cada vez más desmadrado.
El miedo ocupa una gran parte de nuestra vida. Y toma formas variopintas. Me hablabas de las tuyas. Preguntabas si las mías se parecían a las que tu experimentabas.
Desviaba la respuesta en espera de la manifestación del miedo tuyo, si eras capaz de concretarlo. ?Quién lo hace?

Queremos creer en una serie de respuestas que tal vez nos vayamos desgranando en nuestro más amable ego y que al fin, tan poquito nos convencen. Lo tenemos que intentar. La entrega a la desesperación es estúpida. Queremos, tenemos que inventar motivos contundentes para nosotros.
Los que encontramos son aquellos tan simples como que deseamos seguir viviendo.
Y lo hacemos, Marcos. Lo hacemos.






Carta a Mirandah

Hola Mirandah:

Estás acostumbrada a estas manifestaciones.
Me dices que las llevas en el bolso y, que sueles ir leyéndolas al caminar.A mi me gusta que me lo digas.
Son mis cartas.
Esas que yo considero que te agobian y que tu me dices una y otra vez qué no.
Debe ser o mi inseguridad, mi orgullo, o, mi sinceridad para contigo.
Paremos el carro.
Saber es algo inaprensible. Y bastante amplio, o estrecho.
Pero, no. No entremos en cosas de las que no entendemos.
Entremos en lo que sentimos.
Sentir no se aprende. Se siente. Es redundante.
Sentir no es tampoco nada que sea positivo. Salvo que lo que se siente sea bueno, auténtico y no tenga trampa ni otro valor sino el de sentir algo como que sale de dentro y, para bien.

Ya vivimos una aldea global. Y si ésta es la de los sentimientos; me apunto. No disparamos en muy diversas direcciones.
Queremos la paz. El sentimiento es eso que no nos diferencia en el dolor, en el hambre, en la unidad. Entendiendo esto como un sentimiento humano, no podemos sentirnos unos lejos de
otros. Hay quien sentir no es otra cosa que odio, fobia, superioridad.
Ser y sentirse hermano del ser humano, cuesta. Pero es el empeño el que nos hace seguir intentándolo. A veces sin convicción personal. Por pura entrega.
Eso.


Carta a Mirandah

Ayer en el par de horas que estuvimos vaciando nuestros corazones y que siempre nos parecen tan cortas, te pregunté si te conocías a ti misma.

Tu respuesta coincide con la mía: no, no me conozco a mi misma.

Los tiempos verbales no son correctos, pero no voy a cambiarlos. Ya sabes que me pierdo a menudo.

Esta mañana, al saber que el miércoles nos volveremos a ver-y a pesar de que el ánimo no quiera levantar el vuelo- pensaba...
Le preguntaré a Mirandah si siente la impugnabilidad del alma. El misterio del inconsciente entre tanto avance inocuo para la mayoría como somos nosotras.
De qué nos sirve saber que somos química si desconocemos la química.

Cuando llega la menstruación qué clase de química nos ayuda para no caer en ciertos estados que a los otros y a nosotras mismas nos llenan de extrañeza. Y, que a pesar de saber que los producen los cambios XXX, no podemos evitarlos.

Ya tenemos tema amiga. Y eso que nunca nos falta.
Eres mi ración diaria de pan.
Una llamada tuya sirve para equilibrarme.

No te gusta este medio. Quieres el papel. Te tengo acostumbrada, y el hombre es animal de costumbres. Perdóname. No podía esperar. La lentitud del escribir a mano. Ya sabes que a veces la atalaya se convierte en un ruido infernal y no quería que me interrumpiese ningún sonsonete de motores. Me sobresalto con facilidad. Y me da rabia porque se me escapan las ideas, las palabras, la concentración y hasta el amor que te profeso si se interrumpe con brusquedad.

Ahí pues queda el guante. Sé que recogerás gustosamente el reto.
Te amo.