Mis piernas están pesadas. LLenas de la vigilia sostenida ésta noche pasada.
Quizás el peso del sueño se esté ahora apoderando de ellas.
Quizás el sueño quiera recobrar el tiempo perdido y empiece desde abajo a hablar, a reclamar
lo que le pertenece: sus horas.
El cuerpo se niega a ésta absurda manifestación.
Soy yo el dueño de "mi tiempo" y lo empleo a mi gusto.
Ellas son tan frágiles, mis piernas. Que no omiten la exigencia.
¿Quién ganará la pugna?