miércoles, 28 de octubre de 2009

La dicha vívida y palpitante de ayer en otro encuentro sincero de amigos permanece hoy igual de crujiente.

Se enciende la luz interior, desaparecen los senderos ópacos y brilla el entorno cual antorcha.
El mundo se nos acerca
a pedirnos que le hagamos
felices de nuestra dicha.http://Pedro Salinas