viernes, 29 de mayo de 2009

opinión

Es difícil. Muy difícil permanecer sosegado. Pero más difícil aún es permanecer ecuánime ante las declaraciones de los así llamados representantes de Dios en la tierra.

No es de rigor creer en Dios, en su infinita bondad y manifestar que la violación debería ser despenalizada. (Claro que, en violar, hay más de un experto en esas filas). Y lo hacen con toda impunidad.

Cuando sale a la luz, el mal ya está hecho. Y además sale tarde.
No sé muy bien qué pintan los mencionados representantes de Dios en medio de la política. Ni porqué se les permite elevarla. Menos aún comprendo, porqué salen esas manifestaciones en los medios. A quién le importan lo que digan unos señores cuyo atraso es manifiesto, cuya historia está llena de crímenes. Cuya opinión sólo obedece a prevalecer contra viento y marea.

Y hablamos mal de los políticos y hay quien obedece a estos señores como si la verdad existiese. Como si la verdad fuese una. (Claro: la suya).

¡Qué cansancio de iglesia fanática! ¡Qué cansancio de ignorancia! ¡Qué cansancio de obediencia sin curiosidad!