viernes, 5 de noviembre de 2010

Un día más-

Ayer Mirandah, me llevó al huerto.
Un Huerto alquilado por un grupo de gente, para auto-abastecerse de verduras, hierbas frescas y todo tipo de vegetales.
Me llevó entusiasmada a la caída casi de la tarde. Me presento al maestro. Alguien que goza del campo y que se afana en ese huerto.

He conocido hace muchos, muchos años esa actividad, Con la diferencia de que, esos alquileres de un terreno, se hacían individualmente. No viene al caso. Es estúpido haberlo mencionado.

Lo que verdaderamente me llama la atención, es la vocación de Emilio, al que Mirandah denomina maestro, y la trivialidad con que otros participan.
En un corto lapsus de tiempo, he comprendido quién ama la tierra, quién se deja seducir por ella en su imperturbable estado de espera y entrega, y quién se mece en una cuna de desabrimientos frívolos de la tierra.

La tierra es de quién la trabaja.

Qué se nos ha olvidado en este sonsonete de salvar el planeta.

Justamente a quién lo ama, lo suda y lo curra.

Humus pacá, humus pállá.
No es el regreso del hombre a la tierra. Esos alquilados nunca estuvieron ni formaron parte del trabajo del hombre del campo, pero bienvenida sea la creación de esos huertos, bienvenida sea la sola idea de intentar labrar la tierra sea de la manera que fuese.Incluyendo la frivolidad.