miércoles, 4 de marzo de 2009

Tengo un hambre enorme de escribir, y es que cuando alguien muestra su afecto se me disparan todas las células. La bilirrubina ni te cuento.
Me entran ganas de saltar, bailar y andar por los aires. Vaya, que pierdo el sentío. Y no es cuestión de que me halaguen sino de que ese halago es fidedigno y sentido. Auténtico. Me ponen las pilas del conejito. De ese que duran, duran y duran.Jejeje.
También es un placer chatear con un viejo amigo capaz de decir cosas amables y es por que él es así, siempre lo ha sido y lo será. Cómo me río con él. Es agudo y rápido en sus manifestaciones, y siempre siempre con los pies en la tierra. Solidario como pocos y eso es lo que más me gusta de él. Marlui, si lees esto es la pura verdad. Y doy fe de ello públicamente. No te sonrojes, ¡eh!
No se si hay muchas personas así o yo tengo suerte con los amigos. Pocos, pero exquisitos. Para mi es todo un honor poderlos llamar amigos. Lo que me recuerda un chiste vejerrimo y que no tiene mucha gracia lo confieso pero a buen entendedor...
Dos amigos que van paseando y uno de ellos saluda a todo el mundo y muy ufano le dice al otro: ojú cuantos amigos tengo.
Que la felicidad os acompañe en todo aquello que emprendáis.

No hay comentarios: