domingo, 1 de marzo de 2009

Sigo viva

Qué miedo he pasado. Creí que había muerto y que deambulaba como si nada. El vacío lo inundaba todo. La mente estaba quieta quieta. No veía el sol, no hablaba con las luciérnagas, las plantas agachaban sus hojas mustias de sed y vida. La poesía hacía sus maletas para marcharse a ninguna parte. Y yo miraba como acontecía incapaz de asir nada, de sujetar nada. Sólo cabía agitar el pañuelo en lo que ahora me parece una triste despedida.
Los hados empero han vuelto a sonreír. A darme pequeños empujoncitos, a querer jugar. Las travesuras asoman sus risueñas caritas por las esquinas de casa.¡ Es hora de vivir! Dicen alborozadas. ¡Es hora de vivir!
Puf, qué felicidad.
Vivo viviendo en mí que no muriendo como decía Teresa. Teresiña.
¡Ay Teresiña tu dulce voz se apaga!
Vuelvo a mis ráfagas, como decimos por esta tierra a mis ventoleras.
Bienvenidas, amigas íntimas. Sed bienvenidas.

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